
BIENVENIDO. Peralta Cabrera suele hacer goles de cabeza. Pero ante Italiano convirtió de abajo. Creo que con la zurda (las banderas colgadas en el alambrado no te dejan ver mucho).
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Uno a cero contra Sportivo Italiano, en el Bajo. Un triunfo mínimo, tímido, pero necesario: las alegrías nos esquivaban desde hacía seis fechas. Tres puntos más para sostener esa tibia ilusión del Reducido. Y después del partido nos vamos al bar, agarramos el Olé, miramos la tabla de posiciones general, sacamos cuentas, preguntamos cuántos puntos nos faltan para alcanzar a All Boys y si ya pasamos a Social Español, maldecimos porque todavía estamos debajo de San Telmo, calculamos cuántos puntos nos hacen falta para seguir participando...
Pero también sé que tanta recurrencia a la matemática pone en evidencia que a este equipo le falta lo más importante, el juego, el fútbol, la agresividad ofensiva. A mí no me entusiasma, creo que a nadie lo entusiasma. Está muy lejos de responder a los pedidos del canto más emblemático de nuestra hinchada, ese que dice "Oooo, vamos Defensores, juegue al fútbol, haga goles". Tal vez, con un poco de viento a favor, un par de triunfos más y algunos tropezones ajenos nos terminen llevando al Reducido. ¿Y ahí que haríamos? Creo que quedar eliminados muuy pronto. Ojalá me equivoque, claro.
Pero hoy encontré una razón adicional para irme contento del Bajo. Hablo de Pablo Batallini, el cuatro, el lateral derecho. Es nuestro (quiero creer que su pase no pertenece a ningún "grupo empresario"), hizo las inferiores en el club, juega con la rojinegra desde hace años y eso siempre nos da, a los hinchas, una pizca de orgullo extra. No es un paracaidista. Juega de defensor, pero en los últimos partidos fue nuestro mejor delantero, el único que rompió la monotonía de los avances de Defe. Y encima defiende de puta madre, tiene nociones tácticas, personalidad y en el noventa por ciento de los casos sale jugando, no la revolea por revolear.
En un momento del partido le dije al Mosca: "Somos Batallini y diez más". Fue una exageración, lo sé. Pero si tuviéramos once Batallinis...
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