Defensoritis aguda

El otro día me contaron de un hincha de Defe que en su bolso de trabajo lleva los nombres de los no sé cuántos jugadores del plantel. "Imaginate si estoy loco por el Dragón que viajo en el subte y memorizo hasta el segundo nombre de cada uno de estos burros", dijo el hombre. La semana pasada me crucé con otro fanático de Defe que me mostró los cinco tatuajes que se hizo en el cuerpo. El más grande de ellos le cubría todo el pecho y sólo decía: "Defe". Ahora, en la excelente página de Román, vemos que muchos hinchas han creado la Murga del Bajo Núñez. Son pibes y pibas que le dedican horas de su vida a desarrollar la vida cultural del barrio (felicitaciones para ellos, claro). Según un estudio de una consultora inglesa, el hombre medio piensa en el fútbol cada 11 minutos del día. A lo que voy es que todos nosotros hacemos cosas por Defe, sin el objetivo de que trasciendan. La hacemos sólo por el hecho de que el rojo y el negro son parte de nuestras vidas. Dentro de esa defensoritis aguda que todos tenemos, yo también desarrollé mi pequeño grado de locura. El libro "Diego Dijo", que escribí junto al periodista Marcelo Gantman hace ya tres años, se lo dediqué al "fuego del Dragón". Así consta en la página 5 del libro. Como decía la bandera: "Soy de Defe, entiendo tu envidia"