


El campeonato de la C fue duro y cuando se acercaba el final el dramatismo iba en aumento. Y todos mirábamos el fixture. Y este era implacable. En la antepenúltima fecha venía el enfrentamiento con Dock Sud. Y de visitante.
En ese momento el triunfador se llevaba dos puntos y Defe llego a ese partido con tres de ventaja. Si ganaba, campeón. Si empataba era un buen resultado. Si perdía…bue…si perdía…mejor no pensar en eso. El Docke se ponía a un punto y quedaban por disputarse dos encuentros, o sea cuatro puntos en juego.
Y llegó el día. Pero hubo una semana previa. Después de la victoria de Defensores ante Lugano por 2 a 1 comenzó a prepararse la ida al Doque. La de la gente que iba a alentar y la del equipo también Y en esa semana previa se habló mucho del recibimiento poco “cariñoso” de los simpatizantes de Dock Sud para con todo aquello que tuviera los colores rojo y negro. Y esto incluía a los jugadores…
Los comentarios eran muchos: que no iba a existir ninguna protección policial, que sería una zona liberada, que nos iban a tirar bombas de estruendo, de olor y de las otras…así las cosas la “inteligencia” rojinegra puso manos a la obra. Algo había que hacer. Algo había que inventar. En secreto. Sin decir nada a nadie. El objetivo era simple. Que los jugadores nuestros evitaran la presión y el tan promocionado recibimiento poco amistoso y si era posible pasar la incertidumbre y el nerviosismo a ellos. Tarea difícil, pero no imposible…
La jugada fue la siguiente: Los jugadores salieron del hotel donde concentraban y en vez de ir hacia la cancha fueron a realizar el calentamiento previo a la zona de Puerto Madero, que en ese momento sólo comenzaba a surgir. ¿Y quien estaba en la cancha del Docke? Hinchas locales, el equipo, periodistas acreditados y nadie más. De Defensores no había nadie. Ni hinchas. Ni plantel. Los hinchas dimos una vuelta memorable par ingresar. ¿Y el plantel? Cerca del puente avellaneda pero sin intención de cruzarlo. La gente del Docke se inquietaba. Incluso algunos preguntaban si jugarían contra un equipo fantasma. Faltaba una hora y media y nada. Una hora y nada. Media hora para empezar el partido y nada de nada. Y cuando la gente de Dock Sud y los árbitros del encuentro se preguntaban realmente si el partido se iba a disputar y a unos 15 minutos de la “hora señalada”, apareció el plantel de Defensores de Belgrano. Bajaron del micro cambiados y “precalentados”. Firmaron las planillas correspondientes y a la cancha. Y casi al mismo momento llegaba la gente de Defe, entrando como podía, luego de una verdadera odisea.
De esta forma llegó Defensores a disputar el partido del año. De esta forma se evitaron todas las presiones. De esta forma se pasó la incertidumbre sobre la efectiva realización del partido hacia el equipo de enfrente. De esta forma se diagramó el arribo al campo de juego donde, luego de 90 minutos, se iba a consagrar campeón Defensores de Belgrano.
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