El amigazo Juan Ignacio Provéndola, defensorista de ley, nos mandó esta excelente entrevista a Santiago Sommariva. Aquí la descargamos completita. Es un pibe que juega muy bien (uno de los preferidos de Defelandia) y declara también muy bien.
"Se llama Santiago Sommariva, es volante y viene de Villa San Carlos. Llega con poco ruido: ojalá la rompa”. Así anunciaba este blog su arribo a Defe, casi en voz baja, sin saber mucho de este central que procedía de Villa San Carlos. Había hecho infantiles en un club de Tolosa antes de llegar a Gimnasia, donde llegó a jugar en reserva (junto a Rinaudo, Aued y Neira, entre otros) a instancias del Guillermo Sanguinetti. La renuncia del Topo y una lesión conspiraron con sus objetivos y fue dejado libre.
“Sentí una gran desilusión, porque me hice hincha y eran muy grandes las expectativas de jugar en Primera, pero apareció Villa San Carlos y jugué seis meses en la C”, cuenta, sobre su inesperado desembarco en el fútbol de ascenso. “Me costó mucho adaptarme a las canchas y al estilo de juego de la divisional. Me acuerdo que, en un partido contra Argentino de Rosario, estaba esperando el rebote en un córner y un rival me dio una patada en la cola. El árbitro y los líneas no vieron nada y yo miraba para todos lados, sorprendido”.
La apuesta, sin embargo, tuvo su rinde: al final de ese semestre, el equipo de Berisso ganó el torneo con 7 puntos de ventaja. Sommariva continuó un año más, en el que Villa San Carlos confirmó su permanencia en la B con una modesta campaña en la que se recordará por siempre el 3-1 (con un gol suyo) que comenzó a aislar a Sarmiento de un campeonato que hasta ese entonces parecían tener en el bolsillo y que finalmente se lo hizo Almirante Brown.
Entre las ofertas de final de ese final campeonato, escogió la de Defensores porque “me hablaron muy bien del club y es uno de los más grandes de la categoría, y con el tiempo me sorprendí al ver que está súper ordenado”. Silbando bajito, se ganó la preferencia de Della Picca y fue un intérprete de lujo en la orquesta de un mediocampo que concentraba en masa en una quíntuple a nombre de él, Miguel Porcel, Gustavo Arce, Jacobo Mansilla y Luis González. “Eso fue muy importante, porque nos hicimos muy amigos y andábamos juntos para todos lados”, reconoce el volante.
“Sabía que iba a costarme ganar un lugar, porque no tenía un nombre consolidado en la categoría, pero confié en mis condiciones y aposté a aprovechar las oportunidades. El tiempo me dio la razón y estoy muy contento por eso” dice quién encarna junto a Porcel el doble cinco de Defe, tal vez la mejor de las sociedades del torneo pasado que sobrevivió al mercado de pases. “Los dos tenemos características mixtas en cuanto al juego, así que nos fuimos acoplando sin problemas”, dice, sobre su colega. “Por lo general, intentamos que él sea más de ir a romper y yo de cumplir la función de un cinco tradicional, aunque a veces tenemos que cambiarnos los roles”.
-¿Tuviste ofrecimientos para irte? ¿Creés que se podrá repetir o mejor lo hecho en la temporada pasada?
-Tuve varias propuestas, pero elegí Defensores porque siento que tengo una deuda conmigo y con el club. Prevaleció la famosa sed de revancha. Aunque se fueron grandes jugadores y excelentes personas, será difícil pero no imposible. Llegaron muy buenos jugadores y esperemos que, acoplándose muy bien al grupo, puedan rendir dentro de la cancha. La temporada pasada se había armado un excelente grupo, con un compromiso y hambre de gloria de parte de todo el plantel, del primero al último. Yo puedo decir que me llevo varios amigos. Lo principal, ahora, es armar nuevamente un buen grupo y, partiendo de esa base, armar un buen equipo.
-Defensores tardó mucho en reacomodarse al torneo pasado, alternando muy buenas rachas y algunos traspiés que finalmente lo dejaron lejos de Atlanta. La mejor versión pareció verse en el Reducido, cuando muchos creíamos que el equipo venía pinchado de las últimas fechas. ¿En qué momento se convencieron de que podía pelearse por el ascenso?
-Desde un principio el objetivo era pelear por el ascenso, pero Atlanta hizo un campañón histórico y nos relegó a pelear por la promoción. Tal vez, indirectamente, eso nos relajó y no demostramos nuestro mejor nivel en los últimos partidos del torneo. Pero, por dentro, todos sabíamos del compromiso que asumíamos. Tal fue así, que desde el primer partido del reducido demostramos las ganas de comernos al rival en todos los espacios. Que, a mí entender es la clave de este equipo.
-La promoción fue bastante rara. En el Bajo, la diferencia de categorías parecía insalvable. Sin embargo, en Mendoza, el equipo terminó yendo al frente en su peor momento, cuando iban 20 minutos y estaba dos goles abajo…
-El primer partido fue raro. En el primer tiempo nos respetamos mutuamente, demasiado, y ya en el segundo con la expulsión, nos condicionó bastante. Al segundo partido fuimos mentalizados de que éramos superiores y, a pesar de esos minutos de desventaja en el resultado, fuimos amplios dominadores. Creo que merecimos un premio más grande y jamás olvidaré el silencio de los hinchas de Independiente, esperando que terminara el partido.
-¿Cómo fue esa noche en Mendoza, después del partido?
-Fue una de las peores de mi carrera deportiva y decidimos volver a Buenos Aires esa misma noche, en micro, para estar con la familia lo más pronto posible. Teníamos una amargura y una impotencia terribles, pero a la vez estábamos tranquilos de que hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance.
-¿Qué me podés decir de los primeros entrenamientos con Ortega?
-Poder compartir plantel con Ariel es un sueño ya que, como para todos los chicos de mi edad, es un ídolo que vimos por TV como dejaba pintado a cuanto defensor lo quería marcar, jaja. Lo fundamental es incorporarlo al grupo, que se sienta cómodo y se adapte al mismo respondiendo a las libertades y obligaciones que tiene cualquier integrante. Más allá de eso, no descubro nada diciendo que es un gran jugador. Está en el equipo saber aprovechar su calidad y hacerlo funcional al mismo. La idea y el objetivo es dar pelea como en el campeonato pasado.
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