No porque cambiara el año tenía que cambiar Defe. En los tres meses de nuestra ausencia, todo siguió más o menos igual: técnicos que se van sin poder encontrar la vuelta al funcionamiento (Duró y Sánchez), refuerzos que al menos desde afuera del club no se entienden (¿trajimos un arquero suplente o Calviño será titular a partir del próximo partido?) y un equipo que no sólo no está ni siquiera para pelear su ingreso al cuadrangular final, sino que empecemos a rezar ya mismo para el año que viene. Después de aquella gran temporada 2010/11, en la que estuvimos a un gol de ascender (en lo personal, sigo lamentando la tapada con un pie de Josué Ayala contra el Lobo Montenegro en Mendoza, faltando pocos minutos), todo fue de mal en peor. Las llegadas de Ariel Ortega y el Gaby Pereyra fueron rimbombantes desde los nombres (y desde lo afectivo en el caso del querido Gaby), pero Defe hace rato que no tiene un equipo. Hay que hacerse de la idea que el año que viene vamos a estar mirando los promedios. Empecemos a sumar ya mismo. Esperamos que muy pronto Cachín sea Blanco, y no Negro, como lo fue en su debut.
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