Cuando le ganamos 3-0 a Platense

(Comentario del diario Clarín del 28 de octubre de 2001)
Si un equipo defiende bien, ataca bien, sabe cuando revolear la pelota y cuando ponerla contra el piso y además —y fundamentalmente— cuenta con intérpretes inspirados para desarrollar lo planificado, da como resultado el fútbol de alto vuelo que mostró Defensores de Belgrano en su goleada por 3-0 a Platense.
El partido fue bárbaro. Por el gran rendimiento de Defensores y por la actitud de Platense, que siempre fue para adelante. Por eso, y pese al pésimo estado de la cancha, se vio un gran espectáculo que fue valorado por los hinchas de los dos equipos con el aplauso unánime del final.
Defensores es un equipo sólido y solidario, en donde el todo es más que la suma de las partes. Por eso se pudo ver a Diego Cochas —alguien con licencia de habilidoso— corriendo y tirándose a los pies del rival que fuera por su sector, o a Gustavo Rivadeneira —delantero desequilibrante— quedando como lateral izquierdo tras perseguir a un defensor de Platense. Y cuando hay que jugar, todos juegan.
Desde un primer momento se vio que, paradójicamente, al dragón se lo vio más cómodo que al calamar en el agua de la cancha, porque los livianitos Cochas y Rivadeneira se hicieron incontenibles. A los 10 minutos de iniciado el partido llegó el primer golpe del equipo visitante con el gol de Rivadeneira tras pase de Cochas.
En el segundo tiempo Platense, quien en la semana quedó al día con los sueldos, salió a arrinconar a los del Bajo Belgrano contra su arco y los de Guillermo Duró aprovecharon los espacios para contragolpear a la perfección. Así llegaron los goles que le dieron cuerpo a la goleada. A los 30 otra vez Aquino metió un pase preciso para el pique del goleador Sergio Comba, quien ante la muy mala salida del arquero Campi entró con pelota y todo dentro del arco. Cinco minutos más tarde, Vilariño desbordó por la derecha y su centro encontró a Comba para que anote el tercero.
"Jugamos contra uno de los mejores equipos del campeonato", terminó confesando el arquero local, José Luis Campi. Razones no le faltan.