

Es mentira que los periodistas deportivos no somos hinchas de ningún club. Yo soy de Defe, por ejemplo. En 2001 trabajaba en Clarín y volví loco a mi jefe de entonces para que me dejara hacer el comentario de la segunda final de la Primera B. Ni loco me quería perder aquel partido. El encuentro de ida, en cancha de Temperley, había sido suspendido por una brutal agresión a Casco Rodríguez. El Tribunal de Disciplina nos dio ganado aquel partido inconcluso por 1 a 0, resultado que sumado a nuestra mejor ubicación en la tabla general, nos dejaba posicionados de manera inmejorabale para la revancha, en cancha de Ferro. Hasta una derrota por un gol nos alcanzaba para cumplir el viejo sueño: subir al Nacional. Y pese a que mi jefe cedió a mis insistencias y me autorizó a escribir el comentario, me fui directo a la popular. Quería ver el partido junto a los hinchas, en el calor de la tribuna. Grité los goles, presencié las lágrimas de mi entonces compañero de trabajo Martín Sánchez, me emocioné con la vuelta olímpica, me saqué el gorrito y volví a la redacción a escribir la siguiente crónica, que sería publicada en Clarín al día siguiente. La objetividad quedó de lado. Y a mucha honra.
Por Andrés Burgo
El viejo y querible Defensores de Belgrano disfrutó una de las tardes más gloriosas de su casi centenaria historia. Le ganó 2-0 a Temperley, se consagró campeón de la B Metropolitana y ascendió, por primera vez en su vida, a la B Nacional. Y así se entregó a un festejo enorme que anoche —pese a la represión policial— continuaba en el Bajo Belgrano con fuegos artificiales, cantos y abrazos múltiples entre el plantel y la hinchada.
En un fútbol —espejo del país— donde los clubes poderosos se distancian cada vez más del resto, las consagraciones de los equipos del Ascenso tienen un significado muy especial. Y por eso, esa celebración de los hinchas de Defensores resultó encantadora. Hombres, mujeres, jóvenes y mayores unidos por una auténtica alegría en común, sin importarles estar marginados del gran interés popular y de los consecuentes intereses económicos que generan los equipos de Primera División.
Fue el séptimo salto de categoría de este tradicional club del Ascenso. Y ahora, tras 15 años de ostracismo, volverá a su histórico lugar: a la antesala de la Primera A.
No sólo fue emotiva la consagración de Defensores. También fue merecida. Fue, por lejos, el mejor equipo de la fase final. Goleó 6-1 a Argentino de Quilmes, eliminó a San Telmo y ayer demostró una evidente superioridad sobre Temperley.
El 1-0 del partido de ida le daba tranquilidad a Defensores porque ascendía hasta con una derrota por un gol. Temperley debía jugarse, pero jamás tuvo fútbol ni espíritu. A su favor cabe consignar que los jueces de líneas lo perjudicaron notoriamente. A partir de los fallos de sus asistentes, el árbitro Castro anuló un legítimo gol de Mangiantini cuando el partido estaba 0-0 y sancionó equivocadamente el penal que luego derivaría en el segundo gol.
Al margen de esos errores —trascendentes, claro—, Temperley fue inferior y quedó en evidencia ante la superioridad colectiva e individual de su rival. Defensores fue más práctico, mostró mejor fútbol, mayor fortaleza anímica y, en la esencia de este deporte, tuvo a los mejores futbolistas.
Y así, a los 15, Alderete marcó el 1-0. Temperley ingresó en un autodestructivo juego violento. A los 27 fue expulsado Ortolá, por una infracción sobre Gómez Barroche. A los 41, Cazajous, por reclamar el penal. Al minuto llegó el gol de Aquino. Y a los 43 fue expulsado Zamuner por una tremenda falta sobre Ayala, que sufrió una fractura de tabique y fue hospitalizado.
Defensores estaba 2-0 con tres jugadores de más y tenía el 1-0 de la primera final. Por eso, el resto estuvo de más: Defensores ya se sentía campeón. "El árbitro nos hizo daño", diría Stranges, de Temperley. "Fuimos los mejores, sin discusión", replicaría Duró, DT de Defensores.
Tras 44 fechas, estaba claro que Rivadeneira (ayer ausente), Aquino, Bangert, Cochas, Aldaz y Rodríguez habían sido clave en el título. Y así llegó la vuelta olímpica, ese ícono sagrado que no sabe de poderosos o austeros. Ayer le tocó a Defensores. Salud y felicitaciones, querible Defe.
al webmaster, tenes mas fotos de aquel día?
ResponderEliminarcomo hincha de futbol, lo que paso en tigre-chicago me dio asco...
ResponderEliminarbasta de violencia
Yo tambien llore aquel dia en cancha de Ferro
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