
Acabo de leer que la próxima temporada de la Primera B se jugará sin público visitante. Mi primera reacción, instintiva, fue: "Qué mierda, qué aburrido va a ser este torneo". Y enseguida empecé a repartir culpas: que la AFA, que la Policía, que la televisión, que los barrabravas... También imaginé que en cualquier momento se organizarán marchas de hinchas con distintas camisetas pidiendo que se revoque esta decisión.
Pero un momento después pensé en Fernando. En Fernando Blanco. La semana pasada se cumplieron dos años de su muerte. Si esta decisión se hubiera tomado antes, Fernando, asesinado luego de un partido ante Chacarita, estaría vivo. Todos estamos de acuerdo en que jugar sin público visitante matará un poco más al fútbol. Y estoy seguro de que no es la solución ideal. Pero prefiero que se siga matando al fútbol, y no a ninguna otra persona. Y si no coinciden conmigo, pregúntenselo a Angel Blanco, el padre de Fernando.
(Aquí transcribo una nota que Martín Sánchez, el Michael Moore de Defe, escribió en Clarín en diciembre de 2005).
Angel tiene seca la voz. La Navidad parece haberle pasado como el colectivo de la mano de enfrente: indiferente. La muerte de un hijo puede secar la voz y el corazón, y clausura muecas de alegrías, y apaga fuegos y desconecta sonidos.
A Angel también se le viene la otra fecha, un número que lo retuerce. Hoy es 27, y ya pasaron 6 meses sin que su hijo Fernando pudiera hacer desde algún lugar un guiño al mundo, descubriendo que no es mayoría la crueldad. Fernando Blanco murió el 27 de junio, casi 48 horas después de que la policía reprimiera ferozmente la salida del público de Defensores de Belgrano luego del partido jugado en cancha de Huracán ante Chacarita.
Su papá Angel está seguro de que ocurrió una cadena de crueldades en la pérdida de su hijo de 17 años. De su hijo bien cuidado, a punto de terminar el secundario en la Escuela Raggio cercana a Defensores, con novia y todo, y que la tarde del desastre fue a la cancha con su tío y con su primo.
Angel no lo dice pero puede resultarle intolerable el crepúsculo de esta Navidad sin Fernando. A la tardecita del 25 habló sin sed de sidras, con sed de justicia: "La versión policial dice que Fernando se tiró del celular, esposado, y que eso le provocó el hematoma cerebral. Pero lo que tenía roto era el peñasco, una porción del hueso temporal que está detrás de la oreja. Creo que la policía le pegó ahí con una manopla. No tenía golpes en el cuerpo, y si se hubiese tirado como dicen, del móvil en movimiento, debería haber mostrado moretones. Lo que pasó fue que después de golpearlo, lo llevaron a la seccional Nø 28, después de varias horas se dieron cuenta que estaba mal, y un médico policial dice que lo vio en el Hospital Muñiz. Dice que Fernando le contestó que tenía 15 años. Ya estaba mal. Pero lo dejaron en la guardia porque aseguraban que en ningún hospital había lugar en terapia intensiva. Mi esposa recién lo encontró en el Hospital Penna, custodiado por dos policías. Se ve que ya presagiaban algo. Mi hijo alcanzó a hablar con ella y le contó 'mamá, los policías me cagaron a palos'", y enseguida se puso a llorar. En el Penna, a mi esposa le dijeron que en tres horas lo daban de alta. Hasta que por fin le hicieron le tomografía, y ahí aparecieron las consecuencias de los golpes en la cabeza. Recién ahí pudimos llevarlo al sanatorio de Belgrano de mi obra social, Osecac, que siempre se había negado a trasladarlo. En el sanatorio me aseguraron que si a mi hijo lo llevábamos unas pocas horas antes, lo salvaban".
Angel dice que por fin pudieron sacarle la causa al titular del Juzgado Nø 26, el doctor Azorín, quien "sólo tomó testimonios a la policía".
Angel ahora se pregunta y se pregunta: "La disposición de seguridad dice que el público visitante es el primero en salir. A la gente de Defensores, que era visitante en Huracán, la hicieron salir 40 minutos después que saliera la de Chacarita. Y no esperaba sólo la policía de la seccional 28, estaba la brigada de la comisaría Nø 35, la que corresponde a Defensores. ¿Qué hacía ahí? Esto fue una emboscada. Y a los policías que le pegaron a mi hijo los sigo viendo por el barrio. Aunque a algunos, casualmente los trasladaron. Sólo está separado el cabo Lagorio, el que manejaba el móvil policial. Acá se quieren tapar muchas cosas, hay muchos policías identificados en la brutalidad de esa tarde. Pedimos que los testigos se presenten, ahora que cambiamos de juez. Y eso que en su momento el presidente Néstor Kirchner y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, pidieron una investigación a fondo..."
Fernando era un pibe bueno que nada tenía que con barras ni violencias. Como tampoco otros chicos, chicas, personas adultas y hasta ancianos que el 27 de junio fueron apaleados a la salida de la tribuna visitante de la cancha de Huracán.
Hoy se cumplen seis meses. Angel se despide con voz seca y sin Navidad.
estoy de acuerdo con lo que escribiste. pero tambien soy sincero: sin hinchadas visitantes va a ser muy aburrido, no sé si voy a volver a la cancha...
ResponderEliminarlo que más bronca me da es que las barras bravas se creen los salvadores del fútbol y son todo lo contrario.
ResponderEliminarhola, soy un hincha de almirante brown. los queria saludar y felicitar por la pagina. ojala asciendan y nos veamos el otro año en el nacional!
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